Todos somos conscientes del efecto que tiene el olor de las flores y la naturaleza sobre nuestro estado de ánimo: el olor de la lluvia una noche de verano, o el aroma de un pinar en el atardecer, el olor a mar de los acantilados…, pueden crear una atmósfera que induce a la relajación, o nos hace sentirnos más alegres.